Intereconomía y el lobo

Ayer hirvieron las redes sociales, y en concreto Menéame, acusándonos a algunos de fraude por cuestionar la agresión a Intereconomía. Mi vídeo se difundió a raíz de que otra persona lo colgara junto al que afirmaba que Intereconomía estaba usando actores para sus agresiones. No tardaron en caer chuzos de punta (aunque por suerte no demasiados insultos). Mientras tanto, yo seguí contrastando información, completando y desdiciéndome si era necesario. Llegué a subrayar ciertas cosas que creí que no habían quedado del todo claras:

1. Ni yo he dicho que utilicen actores,
2. ni tengo relación con el que ha publicado mi vídeo aquí,
3. ni estoy diametralmente en contra de la versión de Intereconomía,
4. ni mi opinión es una palabra sagrada a la que me voy a agarrar como un clavo ardiendo.

Al final de la jornada más de uno concluyó que no había pruebas para afirmar o desmentir ni una cosa ni la otra, que no nos quedaba claro si la agresión había caído en la ficción o en la realidad.

Ha quedado como un crimen sin criminal pero con supuestas víctimas. Por un lado se perdió la conexión y quien yo pinté como presunto agresor acabó siendo un productor; por otro lado una reportera habla de desconectar cables y otra de una patada por la espalda que desconectó la cámara: versiones contradictorias.

Sobre todo lo que echamos de menos es que Intereconomía cumpla con la carga de la prueba y nos dé algo más. No he visto una copia de la denuncia, aunque Pepa Romero se ha ofrecido a hablar conmigo. Cierta fuente me ha informado de que tenía fotografías relativas al suceso, pero en plena era de la información ni un sólo móvil con cámara estaba presente para ofrecernos otro ángulo. Mala suerte o mala idea.

Como es obvio, sin pruebas aclaratorias Intereconomía se merece el beneficio de la duda. ¿O no? Pues probablemente no. Porque en la corta historia de la cadena se han ganado la fama de mentirosos. Se coronaron con lo que sucedió el mayo pasado, donde les pillaron tergiversando la información y manipulando a la audiencia. También demostraron su talante llamando puerca a la Consejera de Sanidad de Cataluña. Ídem con el colectivo gay. Y ahora intentan sacar rédito político con algo tan grave como que una de sus reporteras haya sido agredida.

Pues esto es como la historia de Pedro y el lobo. Si mientes, injurias y calumnias sistemáticamente, no esperes que un día creamos que has cambiado de talante (qué palabra) y entendamos que ahora te mereces las condolencias. Tal vez sea hora de que sufras lo que por tu parte hemos estado sufriendo nosotros durante mucho tiempo: que no se haya hecho honor a la verdad. Más si por un lado lloras y por otro intentas beneficiarte.

Hasta este momento no tengo ningún diploma que diga que soy tan imbécil como para creer a pies juntillas que alguien que lleva la palabra Falso escrito en la frente intenta decirme la verdad, tenga o no razón. Y encima sin pruebas suficientes.

Tengo que dejar claro que si algún manifestante ataca a algun periodista (o incluso a algún policía) no voy a ser yo quien le defienda. Si estoy aquí y no tirando piedras, entre otras cosas, es porque creo que la palabra sigue teniendo fuerza suficiente para cambiar las cosas. Y dadas las circunstancias me veo moralmente obligado a seguir defendiendo que, como mínimo, os merecéis lo que os está pasado: que incluso aunque pudieseis tener razón, no os esté creyendo nadie. Por cutres.